jueves, 21 de marzo de 2013

:silencio:




Duele el alma.
Y me siento demasiado culpable para soportarlo.
Lo más triste es que ya no queda nadie a quien culpar.
Si pudiera retractarme de todo, lo haría, creéme.
Pero es bien sabido que el pasado no se puede cambiar.
Mirarte a los ojos duele.
Es cuando el alma llora.
Y grita en silencio, por siempre.


Como una criatura maldita y no terminada
a quien su creador decidió abandonar en el camino.
Un alma sin perdón. Sin siquiera un hilo de luz.
Sentada en un rincón, al oscuro.
Tan avergonzada de ser quien soy.
Con una sombra enorme en medio del pecho.
Es cuando mi alma llora.
Y llora en silencio, de dolor.


Intentando eternamente encontrar el calor
contra un bloque de hielo seco.
Suavemente y de rodillas
ante algún cielo estrellado, a tus pies.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Borradores de recuerdos encontrados. Episodio I.

Una revelación. Un universo nuevo. Cuesta releer todo lo ya dicho y afrontar la gran verdad. Cuál gran verdad? Todo este tiempo....tantos años de tinta a la basura... No fue más que un rostro que yo elegí para depositar a todas mis musas juntas...

 Hay algo de real en el conjunto de tanta inspiración a través de los años: la persona de carne y hueso, con nombre, apellido y lugar de residencia. Su voz, su perfume, sus pasos, su mirar. Todo eso existe en un rincón de este mundo. La última vez que lo vi, desde unos cincuenta metros de distancia -aproximadamente- parecía un adulto, un persona sensata, casi responsable. No sé si tanto como para trabajar de traje y corbata unas ocho horas diarias detrás de un escritorio en una oficina, pero quién sabe.
 Tenía un pantalón negro, el pelo corto (para variar) y un buzo color amarillo de ese tono entre 'patito' y flan que pensé que solamente yo sería capaz de lucir (dicho sea de paso, tengo un buzo de ese color exacto , pero desde muchos años antes que él). También llevaba colgando de un hombro un bolso oscuro, de esos cuadrados que la gente llama 'morrales' pero yo me empeño en seguir llamando 'de mensajero'.
 Ese andar de siempre, inconfundible para alguien con mi escasa memoria. No recuerdo en este momento si tenía algún problema en un pie o qué, pero siempre caminaba como si pisara bolas de algodón...con una especie de rebote muy suave. No se si es un rasgo distintivo, pero dado que nunca se lo conocí a nadie más, a mí siempre me llamó la atención. Caminaba, obviamente, con la cabeza baja y la mirada clavada en la vereda hasta llegar a la otra esquina, totalmente hundido en vaya uno a saber qué pensamientos.

 Esta persona es la que, aún cuando no lo quise, siempre existió. Mis comentarios sobre su aparente adultez, sensatez y responsabilidad tienen un fin, no es puro ánimo de insultar. Cuando lo conocí era un pibe común, casi 'de barrio' -si es que esa categoría existe-, muy rocker, muy librepensador. Su mundo se reducía a su libertad, su música y su colección de cd's. Básicamente, a todos sus amores. Y estimo que esa categoría supe entrar yo, alguna vez al menos, de alguna silenciosa manera. La cuestión es que era un reo. Nunca fui prejuiciosa acerca del exterior de la gente, pero los cambios de look muy radicales siempre me provocan un impacto muy alto y casi que me despiertan sospechas respecto de la personalidad de la gente. Esta persona vive, existe. Fuera y dentro de mí. No es fácil olvidarlo. Creo que, a excepción de matarlo, he probado todas las fórmulas posibles y conocidas para olvidar a alguien; al menos, todas las que no hacen daño a terceros. Y mi idea no ha cambiado mucho de la inicial. Es resto, como siempre, está todo en mi cabeza.

 No es fácil de explicar pero tampoco tan complicado como a veces pienso. Es todo cuestión de desdoblarse y entrar un poco en la locura a la que inevitablemente siempre te llevan los recuerdos. Alguna vez en mi vida (en la vida real, eso es) estuve muy enamorada de una persona. Con frecuencia, creo que demasiado. Vaya uno a saber por qué, en una vida alternativa, paralela e imaginaria, estoy también muy enamorada de su personaje. Lo único que ambos comparten es el envase. El resto, insisto, habita en mi cabeza. En mi mente, él es un músico virtuoso, absolutamente loco y ciclotímico, de una belleza física única, y vive con su banda adentro de un vehículo setentista viajando por todos lados y aterrizando en todos los escenario posibles, ahogando al universo en su música. Tengo imaginación, mucha, eso está claro. También tengo algo de sueños imposibles impresos en su imagen. Claro está, para quien haya llegado a esta parte del relato, que mi muso es todo lo que alguna vez todos quisimos ser (yo tambien, por qué no reconocerlo...porque quién no). Y no dejo sentada inconformidad con la vida que me ha tocado, en absoluto. Amo cada uno de sus claroscuros. Simplemente es un recordar lo que una vez juré no morir sin llegar a ser. Pero....yo y mis juramentos.

 Así y todo. Jurando y todo, nada ha cambiado. El tiempo pasó nomás. Obviamente la vida pasó, para los dos. De la mía, tengo noticias de vez en cuando. De la suya, no tengo la misma suerte. Pero alguna que otra vez he vislumbrado algún destello de recuerdos, un movimiento lejano quizá.
 Verlo? Una o dos veces en los últimos diez años... Guardo en las retinas la imagen de la segunda oportunidad. Recuerdo la fecha; era una de esas tardes de febrero en las que la gente sale de a pares, se regala cosas mutuamente y se besa cada dos segundos en todas las coordenadas terrestres. Se miente un poco, o un poco mucho. En fin, un día como ese lo vi pasar. Para colmo de males, me encontraba en compañía del hermano de una amiga, alguien que en varias ocasiones había fantaseado con hacer mío; pero de un modo particular, no de ése carnal en que todos pueden pensar. No recuerdo en absoluto de qué estaríamos hablando mi entonces amigo y yo, pero recuerdo que estábamos un tanto, como dice la canción, peligrosamente cerca. En el mismo segundo que siento un impulso infernal por besarlo, no tengo mejor idea que pasear mi vista por el horizonte, al otro lado de la vereda...y lo veo. Era la viva imagen del Tanguito de Piñeiro: ropa desgastada, pelo frondoso lleno de bucles, mirada perdida en el tiempo y el espacio...

 De más está decir que mi vista se perdió en el impenetrable bosque de las curvas de su pelo. Pedí disculpas a mi amigo, le dije que no me sentía bien. Tanto disimulo y actuación para que me conteste algo tipo 'ya sé que viste a alguien que no querías ver, se te nota demasiado'. Acordamos en vernos algún otro día, cuando mi memoria no sangrara tanto.

 Y me fui.

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Mas cercano en el tiempo, las facilidades del bendito Facebook no hicieron más que inevitable el deseo de buscar su cara entre un mar de conocidos lejanos. Cómo olvidar esa sonrisa adolescente... Aún así, el tiempo pasa para todos de una u otra manera. Si bien sigue siendo bello, me encontré con un ser desconocido, que perdió toda la magia que habitaba en su alma.


Ese monstruo insaciable de la nostalgia se alimenta de textos como estos, que nacen una tarde de invierno cualquiera y terminan a la madrugada de otro día cualquiera posterior al primero, y eventualmente estallan al ciberespacio varios años después de hacer su aparición en el papel (como es este caso en particular).


Sin mucho más para decir, anteayer iba camino a pagar una boleta de luz...cuando siento tu perfume en el aire. Nunca supe si era un perfume femenino o masculino; yo sólo sé que es tuyo. Y mi alma sangró. Y recordé que para vos no soy nada, nisiquiera una sombra del pasado. Y creo que es mejor para todos que así sea.